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A tod@s vosotr@s… os esperamos en esta 5ª Edición del Festival del Sonido Místico.
Maite Pardo
Ángel Sánchez
Mónica Albandoz
- En Los Castaños: nos ofrecen un delicioso menú vegetariano por 12 €, imprescindible reserva al hacer la inscripción anticipada.
- 20 € inscripción anticipada
- 30 € inscripción el mismo día
- Por la N-VI (autovía de La Coruña), tomar la salida del km. 47 hasta Guadarrama. Una vez allí girar a la izda. hacia el Pto. Leones y se encontrará la carretera M-622 desvío Los Molinos y Cercedilla.
- - Dirigirse por la N-I hacia Colmenar, por la carretera M-607, hasta el km. 45, allí en dirección a Navacerrada, para luego continuar a Cercedilla.
- Lugar de salida/llegada en Madrid: Intercambiador de Moncloa, Isla 2 dársena 22.
- Lugar de salida/llegada en Cercedilla: Avda. Sierra del Guadarrama.2. En la parada siguiente a la estacion (El Fronton).
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EL CANTAR DEL ALMA
Vibrar, cantar, emitir sonido, respirar, exhalar, modular, afinar, proyectar la voz, sentir, escuchar, dejarse envolver por la vibración, sonidos sagrados, cantar sonidos sagrados, OM, sonidos transmitidos por los Dioses a la Humanidad, sonidos sublimes, Mantras, vibrar con los sonidos sublimes, Kirtan, nombres de Deidades, Sita-Ram, cantar los nombres de la Divinidad, vibrar con la Divinidad, conectar con lo sagrado, lo sagrado que está dentro de nuestro cuerpo y fuera de nuestro cuerpo, en todo el Universo; ver lo sagrado en la vida cotidiana, convertir cada gesto cotidiano en un gesto sagrado, cantar , vibrar, ocupar la mente en aprender las letras de los Mantras, conectar con el alma, sentir nuestra vida como un acto divino, vivir la vida como una manifestación de la Divinidad, experimentar la divinidad dentro, experimentar la devoción en el corazón, dirigir esa devoción hacia la divinidad, cantar y vibrar con el sentimiento; descender desde la cabeza al corazón.
               Menos pensar y más sentir, dejar que el sentimiento del corazón nos guíe, buscar la belleza, sintonizar con la luz, ser emisor de luz; vibración y luz igual a santidad, sanar, ayudar, la luz ilumina la oscuridad, cantar y sanar; sanar y cantar; llamar a la divinidad, dejarse envolver por la experiencia de la divina vibración, experimentar la entrega del yo, sentir lo pequeño que es el ser humano ante la grandeza de la divinidad, practicar el canto como una entrega al Alma Universal, rendir culto a la divinidad.        
     La Divinidad que es una manifestación del Amor, una representación del Amor a los demás, ¨Ama y haz lo que quieras¨, una sintonía con la belleza Divina. Una sintonía de humildad necesaria para acceder a la Divinidad, para poder recibir y vibrar al son de la Divinidad,  nuestra Alma individual sincronizada al son del Alma Universal, elevándonos a espacios sublimes, dejando estados tamásicos y alcanzando estados sátvicos.
    Esto es lo que nos proporciona  cantar del Alma, un sentimiento de unidad, un sentimiento de no separación, un sentimiento de conexión con el todo,
de permeabilidad y sintonía con la totalidad del Universo, una sensación certera de que todo está interconectado, una sensación de que la intención y la vibración viajan a lugares lejanos, nuestra intención y vibración en armonía con la de la Madre Galaxia, experimentando la totalidad infinita.
                    Estoy aquí para cantarte.
                    Hay en tu sala un rincón para mí.
                    Nada tengo que hacer en este mundo; mi vida
                    inútil estalla en melodías sin porqué.
                    a la hora de la adoración silente, en el templo
                    oscuro de la media noche, mándame,
                    Señor que vaya a cantar ante ti.
                    Cuando el arpa de oro esté afinada en el
                    aire matinal, hónrame ordenando mi presencia.
                                                            Rabindranath Tagore
      En la tradición mística existen muchas personas, hombres y mujeres que han cantado y escrito versos llenos de devoción. Cantar y recitar esos versos místicos, llena de olas espirituales las profundidades del corazón y no sólo los que  cantan reciben esos beneficios, también los que escuchan gozan de los mismos beneficios, ya que tranquilizan la mente y nos trasladan al centro del corazón, saliendo del entorno mundano y recibiendo el mensaje sublime de la música.
     Kirtan o cantar del Alma es lo que en India llaman Bhakti Yoga.
     Al cantar y vibrar purificamos y sublimamos las emociones, la música eleva el espíritu. La música es una gran aliada en el tratamiento de las enfermedades, desde tiempos inmemoriales se usa la música en los templos para tratar trastornos de la salud. Al calmar los nervios y la mente, la música y la vibración relaja el organismo entero, a la vez que lo estimula y revitaliza.
     El poder del canto y de la música proviene del sagrado Mantra  Om. Todas las notas musicales derivan de Om y reverberan en los corazones de todas las personas, elevándolas de la categoría humana, a la categoría divina, de la naturaleza tamásica a la naturaleza sátvica o Divina.
     Cantemos!
     OM
                                                        16 - IV - 2011
                                                        Eladia Martínez
                                                        Cantante del cd Mantras for my Guru.
www.eladia.com
LA CREENCIA DE QUE EL MUNDO FUE CREADO A TRAVES DE LA MUSICA EN LOS MITOS Y LEYENDAS POPULARES

Hafiz, uno de los grandes poetas de la antigua Persia, cuenta la leyenda siguiente: “Dios hizo una estatua de barro. Moldeó el barro a su semejanza. Quería insuflar alma a esta estatua. Pero el alma no se dejaba atrapar. Pues reside en su naturaleza el deseo de ser volátil y libre. No quiere estar limitada ni atada. El cuerpo es una prisión, y el alma no quiere entrar en esa prisión. Entonces Dios pidió a sus ángeles que tocaran música. Y al tocar los ángeles, el alma se sintió extasiada. Quería experimentar la música de un modo más directo y claro, y por eso entró al cuerpo. Hafiz dice así: “La gente dice que el alma, al escuchar esta canción, entró al cuerpo. Pero en realidad el alma misma es la canción".
Esta es -según el sufi Hasrat Inayat Jan- una leyenda maravillosa. Pero resulta aún más maravilloso lo que significa. Pues ella nos explica dos leyes. Una de ellas reside en que el alma es libre por naturaleza y la tragedia de la vida es la presencia de esa libertad. La otra significación de la antigua leyenda persa radica en que la única razón por la cual el alma penetró en el cuerpo de barro y materia muerta fue, precisamente, porque quería experimentar la música de la vida”. Siempre descubrimos una cosa: el lenguaje ¨sabe¨ más que los que lo hablan.
Por Joachim Ernst Berendt, extraído de un artículo publicado en http://www.temakel.com/diosonidomitos.htm
EL PODER DEL SONIDO
 En todas las tradiciones, en cualquier tiempo y lugar, ya sea en un monasterio situado en la cima de una montaña, en las estepas siberianas o en la selva africana, el sonido ha sido un puente entre el hombre y su espíritu. Eleva la vibración y expande la conciencia. Ya puede provenir de, un sofisticado órgano en una catedral gótica, un gon en un templo taoísta, un rudimentario tronco hueco o el seco cuerno de un animal, una delicada lira o un burdo tan tan. El sonido transporta e induce a estados catárticos o sublimes. Monjes y sacerdotes, brujos y chamanes, utilizaron la vibración y las ondas del sonido para conectarse en un estado de conciencia con el todo, la unidad. Se silencia la mente y se conecta a una onda expansiva de alta frecuencia que nos lleva de lo ordinario a lo extraordinario, de la tierra al cielo, de la materia al espíritu, de lo denso a lo sutil. La voz, como expresión del sonido del alma, produce el mismo efecto, en un lamasterio en el techo del mundo, que en un humilde tipi en las praderas, o entre los colosales muros de piedra de una clausura cisterciense, que en el círculo de fuego de una tribu animista. Mantras y letanías, un virginal coro de impúberes o el canto ancestral y chamánico del consejo de ancianos, una cuerda de esclavos negros recogiendo algodón o un batallón de gaiteros escoceses marchando al paso al encuentro de la muerte. ¿Cuál es la magia o el poder del sonido? Enaltece al guerrero, armándole de valor, enerva de pasión al ardiente enamorado, sana al enfermo, eleva al creyente y une a los dolientes. Los monjes de silos entonando gregoriano, giróvagos derviches danzando al ritmo de los maestros sufis, o jóvenes guerreros en el círculo apache, comulgan como un dulce coro navideño alrededor de una chimenea. El sonido nos une y eleva, funde nuestras almas en un solo corazón, un solo latir. Los místicos de todas las tradiciones han utilizado los sonidos desde la noche de los tiempos para traspasar las fronteras de la materia y elevarse en una sola y común vibración. Los científicos han demostrado al analizar la composición última de la materia, que todo son átomos en movimiento, en cuyo interior las partículas elementales se comportan como ondas en continua vibración. Por eso decimos que en el universo todo vibra en distintas longitudes de onda, en distintas frecuencias. Todo en el cosmos genera un sonido. Por supuesto, nuestro cuerpo emite una vibración, nuestros pensamientos y estados de ánimo, las emociones, transmiten ondas como todo en la naturaleza. Es en la escucha consciente de todos los sonidos interiores, en la indagación sobre nosotros mismos, en el manejo de lo que trasmitimos a través de nuestros pensamientos y emociones, donde los místicos de todas tradiciones han puesto su mirada.
 En todas las tradiciones, en cualquier tiempo y lugar, ya sea en un monasterio situado en la cima de una montaña, en las estepas siberianas o en la selva africana, el sonido ha sido un puente entre el hombre y su espíritu. Eleva la vibración y expande la conciencia. Ya puede provenir de, un sofisticado órgano en una catedral gótica, un gon en un templo taoísta, un rudimentario tronco hueco o el seco cuerno de un animal, una delicada lira o un burdo tan tan. El sonido transporta e induce a estados catárticos o sublimes. Monjes y sacerdotes, brujos y chamanes, utilizaron la vibración y las ondas del sonido para conectarse en un estado de conciencia con el todo, la unidad. Se silencia la mente y se conecta a una onda expansiva de alta frecuencia que nos lleva de lo ordinario a lo extraordinario, de la tierra al cielo, de la materia al espíritu, de lo denso a lo sutil. La voz, como expresión del sonido del alma, produce el mismo efecto, en un lamasterio en el techo del mundo, que en un humilde tipi en las praderas, o entre los colosales muros de piedra de una clausura cisterciense, que en el círculo de fuego de una tribu animista. Mantras y letanías, un virginal coro de impúberes o el canto ancestral y chamánico del consejo de ancianos, una cuerda de esclavos negros recogiendo algodón o un batallón de gaiteros escoceses marchando al paso al encuentro de la muerte. ¿Cuál es la magia o el poder del sonido? Enaltece al guerrero, armándole de valor, enerva de pasión al ardiente enamorado, sana al enfermo, eleva al creyente y une a los dolientes. Los monjes de silos entonando gregoriano, giróvagos derviches danzando al ritmo de los maestros sufis, o jóvenes guerreros en el círculo apache, comulgan como un dulce coro navideño alrededor de una chimenea. El sonido nos une y eleva, funde nuestras almas en un solo corazón, un solo latir. Los místicos de todas las tradiciones han utilizado los sonidos desde la noche de los tiempos para traspasar las fronteras de la materia y elevarse en una sola y común vibración. Los científicos han demostrado al analizar la composición última de la materia, que todo son átomos en movimiento, en cuyo interior las partículas elementales se comportan como ondas en continua vibración. Por eso decimos que en el universo todo vibra en distintas longitudes de onda, en distintas frecuencias. Todo en el cosmos genera un sonido. Por supuesto, nuestro cuerpo emite una vibración, nuestros pensamientos y estados de ánimo, las emociones, transmiten ondas como todo en la naturaleza. Es en la escucha consciente de todos los sonidos interiores, en la indagación sobre nosotros mismos, en el manejo de lo que trasmitimos a través de nuestros pensamientos y emociones, donde los místicos de todas tradiciones han puesto su mirada.LOS SONIDOS, LAS PALABRAS...
TEXTOS DE BRAD HUNTER
SCRIBAIN, el padre de la música New Age
 La partitura de “Misterio”, obra de arte total (multimedia), concebida para un concierto de siete días de duración, quedó inconclusa. Scriabin (1872-1915) fue incapaz de soportar la idea de que esta gigante pieza orquestal no cumpliera su razón de ser: transformar a la humanidad doliente. El sueño de este pianista y compositor ruso era reunir a miles y miles de personas a los pies de los milenarios Himalaya para hacerlas vibrar de éxtasis y de arte y disolver las diferencias sociales y de prejuicio que entre ellas hubiera por medio de su música enriquecida con teclados que en su ejecución harían un estallido de espectros de luces, colores, fragancias... ahí todos “vestidos en las diáfanas togas blancas de los antiguos arquimandritas quedarían transformados espiritualmente. Bailarines hindúes acompañados por el zumbido de los versos védicos... harían resonar el mantra de mi estética”. Así, decidió dejar este plano de existencia. Pocos músicos han sido tan famosos en vida y tan olvidados después de haber pasado a otro nivel dimensional como Alexander Nikolaievitch Scriabin, artista que entendió la música como una revelación superior impregnada de energía invisible que podría influir en el mundo de los fenómenos. Música y misticismo, indisolublemente unidos que, en su danza, conducirían a la humanidad entera a la salvación. En este sentido se hace inevitable la referencia a Wagner, pero Scriabin va más allá. Alexander Scriabin no pretende que la purificación de la humanidad tenga su sede en el pueblo alemán, ni aun en el suyo, el pueblo ruso. De esta manera trasciende el pensamiento de los nacionalismos de su tiempo y el concepto del universo de los fenómenos para encontrar la redención entre el ser humano (sin distinción de raza, credo u otro prejuicio) y la divinidad. Para este efecto propone como puente la música, es decir, su música. Para él, cada silencio y sonido musical es sinónimo de lo sagrado, de milagro transformado en música, de la partitura que transmuta, que purifica el espíritu, no sabe de otra interpretación, es un músico-místico que por su radicalismo se hace irresistiblemente actual. Scriabin era un convencido que la misión última del ser humano es la trascendencia interior. Su búsqueda espiritual había comenzado a edad temprana, compuso su primera sonata a la edad de veinte años y sobre la partitura escribió unos pensamientos que ya esbozaban semillas de su interés por los asuntos insondables del alma. En algún momento de su vida se encontró con la sabiduría estética y filosófica de Oriente y, muy importante, con el misticismo teosófico de Madame Blavatsky, al que abrazó apasionadamente hasta el final de sus días. Su música, entonces, rompió con Chopin y Liszt para elevarse audazmente a los infinitos de una metafísica que desconcertó a los de su generación. Algunos le llamaron loco, pero admiraban su genialidad. Stravinski dijo que Scriabin era un “enfisema musical”, sin embargo, para muchos críticos es clara la influencia del scrabiniano “Poema de éxtasis”' en “El pájaro de fuego”, del propio Stravinski. Su influencia se nota tanto en la primera sonata para piano de Prokofiev como en las impresionantes puestas en escena del actual músico new age Jean Michel-Jarre. Y es que Scriabin, además de ser el creador del acorde “místico” (también conocido como acorde sintético, mágico o acorde prometeo: C/F#/Bb/E/A/D), había presentido el dodecafonismo mucho antes que Schönberg (encontró antes que este un método de desarrollo de tipo serial) y, en un desborde de intuición, desarrolló un sistema personal de relación entre los estados espirituales y sus correspondencias con las luces, los colores (cromoterapia), sonidos musicales determinados (musicoterapia), perfumes (aromaterapia). De esta manera se adelantaba sesenta años a todos los músicos de su época en la promesa de la tecnología y, desde su particular dimensión creadora, ya imaginaba en su concierto “Misterio” que la combinación de luces de varios colores proyectaría determinadas frecuencias luminosas sobre el auditorio, estas se sincronizarían con los aromas místicos, la danza, la poesía y su música. Así era el Scriabin visionario, irredento, loco, artista, místico, cuando inició en solitario un abrupto sendero de música espiritual y que al partir tempranamente del mundo, sería olvidado por su mismo radicalismo místico escasamente comprendido entonces, para después resurgir en la década de los 60 en la inspiración del primer semillero de músicos de la llamada nueva era quienes, otorgando créditos en desborde a la moderna tecnología, se olvidaron –en parte por algún motivo protagónico y en parte porque la guerra fría impedía a los ciudadanos norteamericanos y a los de la que fuera la Alemania Federal cualquier reconocimiento a la Rusia socialista– en recordar su nombre; pero Alexander Nikolaievitch Scriabin, el que afirmaba “Yo no soy nada; soy Dios”, el Scriabin mago del siglo xix fue, es, sin duda, el padre de lo que hoy conocemos como música new age. F. Fernando Ruiz-Torres.
 La partitura de “Misterio”, obra de arte total (multimedia), concebida para un concierto de siete días de duración, quedó inconclusa. Scriabin (1872-1915) fue incapaz de soportar la idea de que esta gigante pieza orquestal no cumpliera su razón de ser: transformar a la humanidad doliente. El sueño de este pianista y compositor ruso era reunir a miles y miles de personas a los pies de los milenarios Himalaya para hacerlas vibrar de éxtasis y de arte y disolver las diferencias sociales y de prejuicio que entre ellas hubiera por medio de su música enriquecida con teclados que en su ejecución harían un estallido de espectros de luces, colores, fragancias... ahí todos “vestidos en las diáfanas togas blancas de los antiguos arquimandritas quedarían transformados espiritualmente. Bailarines hindúes acompañados por el zumbido de los versos védicos... harían resonar el mantra de mi estética”. Así, decidió dejar este plano de existencia. Pocos músicos han sido tan famosos en vida y tan olvidados después de haber pasado a otro nivel dimensional como Alexander Nikolaievitch Scriabin, artista que entendió la música como una revelación superior impregnada de energía invisible que podría influir en el mundo de los fenómenos. Música y misticismo, indisolublemente unidos que, en su danza, conducirían a la humanidad entera a la salvación. En este sentido se hace inevitable la referencia a Wagner, pero Scriabin va más allá. Alexander Scriabin no pretende que la purificación de la humanidad tenga su sede en el pueblo alemán, ni aun en el suyo, el pueblo ruso. De esta manera trasciende el pensamiento de los nacionalismos de su tiempo y el concepto del universo de los fenómenos para encontrar la redención entre el ser humano (sin distinción de raza, credo u otro prejuicio) y la divinidad. Para este efecto propone como puente la música, es decir, su música. Para él, cada silencio y sonido musical es sinónimo de lo sagrado, de milagro transformado en música, de la partitura que transmuta, que purifica el espíritu, no sabe de otra interpretación, es un músico-místico que por su radicalismo se hace irresistiblemente actual. Scriabin era un convencido que la misión última del ser humano es la trascendencia interior. Su búsqueda espiritual había comenzado a edad temprana, compuso su primera sonata a la edad de veinte años y sobre la partitura escribió unos pensamientos que ya esbozaban semillas de su interés por los asuntos insondables del alma. En algún momento de su vida se encontró con la sabiduría estética y filosófica de Oriente y, muy importante, con el misticismo teosófico de Madame Blavatsky, al que abrazó apasionadamente hasta el final de sus días. Su música, entonces, rompió con Chopin y Liszt para elevarse audazmente a los infinitos de una metafísica que desconcertó a los de su generación. Algunos le llamaron loco, pero admiraban su genialidad. Stravinski dijo que Scriabin era un “enfisema musical”, sin embargo, para muchos críticos es clara la influencia del scrabiniano “Poema de éxtasis”' en “El pájaro de fuego”, del propio Stravinski. Su influencia se nota tanto en la primera sonata para piano de Prokofiev como en las impresionantes puestas en escena del actual músico new age Jean Michel-Jarre. Y es que Scriabin, además de ser el creador del acorde “místico” (también conocido como acorde sintético, mágico o acorde prometeo: C/F#/Bb/E/A/D), había presentido el dodecafonismo mucho antes que Schönberg (encontró antes que este un método de desarrollo de tipo serial) y, en un desborde de intuición, desarrolló un sistema personal de relación entre los estados espirituales y sus correspondencias con las luces, los colores (cromoterapia), sonidos musicales determinados (musicoterapia), perfumes (aromaterapia). De esta manera se adelantaba sesenta años a todos los músicos de su época en la promesa de la tecnología y, desde su particular dimensión creadora, ya imaginaba en su concierto “Misterio” que la combinación de luces de varios colores proyectaría determinadas frecuencias luminosas sobre el auditorio, estas se sincronizarían con los aromas místicos, la danza, la poesía y su música. Así era el Scriabin visionario, irredento, loco, artista, místico, cuando inició en solitario un abrupto sendero de música espiritual y que al partir tempranamente del mundo, sería olvidado por su mismo radicalismo místico escasamente comprendido entonces, para después resurgir en la década de los 60 en la inspiración del primer semillero de músicos de la llamada nueva era quienes, otorgando créditos en desborde a la moderna tecnología, se olvidaron –en parte por algún motivo protagónico y en parte porque la guerra fría impedía a los ciudadanos norteamericanos y a los de la que fuera la Alemania Federal cualquier reconocimiento a la Rusia socialista– en recordar su nombre; pero Alexander Nikolaievitch Scriabin, el que afirmaba “Yo no soy nada; soy Dios”, el Scriabin mago del siglo xix fue, es, sin duda, el padre de lo que hoy conocemos como música new age. F. Fernando Ruiz-Torres.
 

 





